Ally nunca se había sentido bien en su mundo, era de esas personas que siguen el día a día con rutinas, respirar por respirar, en vez de vivir momentos que te dejen sin respiración.
Ally era una chica normal, con amigos normales y tardes normales frente a un libro normal.
Sus mejores amigos eran sus confidentes y su habitación: Su refugio. A sus 17 años. No había experimentado las bellezas de la vida.
Pero el destino estaba preparado para cambiar eso.
Leer el diario de su abuela la haría cambiar su perspectiva del mundo. Y todas las cosas que sabia de la vida comenzaron a cambiar esa misma noche.
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Ally era una chica normal, con amigos normales y tardes normales frente a un libro normal.
Sus mejores amigos eran sus confidentes y su habitación: Su refugio. A sus 17 años. No había experimentado las bellezas de la vida.
Pero el destino estaba preparado para cambiar eso.
Leer el diario de su abuela la haría cambiar su perspectiva del mundo. Y todas las cosas que sabia de la vida comenzaron a cambiar esa misma noche.
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(Continua el diario)
Pasamos el resto del día en la playa, mi mal humor se esfumó en cuanto conocimos a Kevin, el prometido de Bella, el chico era una de las personas más carismáticas y amables que pude haber conocido en mi vida. Su hermano Joe, también estuvo con nosotras. Nos contó que su deseo era ser músico, pero no sabía si creerle porque todo lo que decía lo hacía con una carcajada en la garganta. Era tan divertido ese chico.
El día siguió sin incidentes que empeoraran mi humor recientemente mejorado.
Después de cenar, Monique y yo nos quedamos en el columpio que estaba en el patio trasero a hablar antes de dormir.
-Hermana – Dijo algo temerosa.
-Si?
-Si te digo algo, Me crees?
-Hmm. Por que no?
-Me Gusta Joe.
-Que Joe?
-Joe.
-Que Joe?
-Joe, El hermano de Kevin.
-Monique! Apenas lo conociste.
-Lo sé, pero es que algo tiene su sonrisa… no sé, me gusta.
-Y que haras al respecto?
-Nada. Dejare que las cosas se den por su propio rumbo.
-Ahmm. Suerte con eso pequeña.
Después de hablar un rato más sobre Joe nos fuimos a la cama.
De nuevo me desperté con una luz cegadora en la cara y me di vuelta mientras maldecía igual que la mañana anterior.
Mi verano se estaba tornando rutinario y tenía que encontrar algo que hacer.
En la mañana ayudamos a la abuela con el jardín y luego con el almuerzo, Kevin pasó en la tarde para invitarnos a la feria esta noche y las tres aceptamos, Monique y Bella por motivos románticos, yo, por pura amabilidad y agradecimiento.
La noche estaba perfecta, mucho más hermosa que las anteriores. Las estrellas brillaban en lo alto del cielo y la luna casi llena se imponía ante nosotros.
El muelle estaba lleno de gente. Familias enteras disfrutando de la feria, parejas compartiendo un momento intimo entre la multitud, y amigos derrochando su dinero por diversión.
El ambiente estaba inundado de alegría, las risas y los gritos aturdían, pero como dije, todo era perfecto.
En la entrada del muelle pude ver a Joe y a Kevin acompañados por otro chico, no logre reconocerlo ya que estaba de espaldas pero un segundo después, quise irme corriendo de ese lugar.
-Hola chicas -Dijo Kevin. Nos saludo a cada una, dejando a Bella para el final, y apretándola en un fuerte abrazo y un caluroso beso.
Joe fue un tanto más tímido, algo raro en él, pero aun así, su mirada era tan intensa que hasta Monique se dio cuenta de su interés hacia ella.
Kevin Interrumpió su escena romántica con Bella para hablar.
-Chicas, el es nuestro hermano, Nick.
El chico que había notado antes pero que por un momento se había vuelto invisible, se acerco un poco más hacia nosotras.
Las luces de los Juegos mecánicos iluminaban su rostro, su cabello, su cuello, su espalda, sus piernas.
Dejé de observarlo de esa manera tan inapropiada y me concentré en sus rasgos, perfectamente delineados, Sus ojos cafés brillando en la luz y mirándome fijamente, su nariz perfilada, sus labios carnosos enmarcaron una sonrisa, una sonrisa peligrosa que me dejó sin aliento. Pero el cabello rizado fue lo que me recordó donde lo había visto antes.
-Tienes que estar bromeando!
-Creo que ya me recordó - Dijo Nick, y al escuchar su voz sentí algo extraño en el estomago.
Nick se rió despreocupadamente, su risa era tan masculina, pero a la vez tan verdadera, tan natural, tan contagiosa.
Me miró de nuevo, su mirada era tan penetrante que a pesar de estar de espaldas podía sentirla, me voltee en su dirección como si el me estuviese hablando telepáticamente, al enfrentar su mirada, me sonrió de nuevo, no soportaba su sonrisa, esa sonrisa podría convencer a alguien de saltar de un precipicio.
-Te vas a perder la diversión por un simple accidente? -Dijo el un tanto altanero.
Para cuando voltee los chicos habían tomado su camino.
Monique y Joe estaban quien sabe donde, mientras Bella y Kevin iban por comida rápida.
Fantástico, que se supone que iba a hacer yo con Nick?
Esperé unos segundos mientras escuchaba las risas de la gente hasta que me harté y caminé en dirección contraria a Nick.
-Por que te vas?
-No estoy divirtiéndome.
-Ni siquiera lo estas intentando.
-No tengo con quien divertirme.
-Repito, no lo estas intentando.
-Me voy a casa.
-Te perderás.
-No lo hare.
-Sabes llegar?
-En teoría.
-Es tarde, no vayas sola. -Esta vez su voz no era provocándome, pude ver que se preocupaba de verdad.
-Entonces voy a los juegos -Dando vuelta y dirigiéndome de nuevo a la feria. Nick caminaba detrás de mí, y en vez de molestarme, sonreí tontamente, pero por supuesto tenía que seguir con este juego.
-Es tu trabajo seguirme?
-No, como ciudadano de Charleston, Carolina del Norte tengo el deber de enseñar las cosas buenas de mi estado.
-Ahhhh.
-Ven, quiero mostrarte algo.
Nick caminó confiado entre la multitud, con cuidado de no perderme de vista mientras pasábamos entre la gente.
Se detuvo al frente de la gigantesca rueda de la fortuna y entrego dos tickets.
-Vienes?
Yo estaba petrificada, mi miedo a las alturas no me dejaba ni siquiera pensar.
-Oh, adelante, yo.. Yo estoy bien.
- Oh no, vamos Miley, sin ti no voy a subir.
-Pero...
-Por favor?
Me sonrió de nuevo, y me ofreció su mano (Por segunda vez, aunque las circunstancias fueran muy diferentes).
Nick abrió la pequeña puerta del asiento, me ayudó a pasar, y aún sosteniendo mi mano entró él.
La rueda aun no se movía, Nick quitó su mano y se apresuró a bajar de la rueda.
- Nick! -No pude decir nada más, el pánico me atacó.
-Espérame, no tardo.
Estaba tan asustada por una estúpida rueda de la fortuna que estaba a punto de llorar, traté de pensar en otra cosa. Seguí a Nick con la mirada hasta que lo conseguí … en el lugar donde estaba el chico que operaba esta cosa.
Después de decirle algunas palabras al chico, Nick corrió hacia donde yo seguía aterrada y se sentó a mi lado.
La rueda dio una sacudida y comenzó a subir, cerré los ojos y tomé un largo respiro, Nick soltó otra risotada, lo miré con odio y me sonrió tiernamente.
-Relájate, Miles.
-No puedo. -Una mano estaba aferrada a una de las barandillas mientras que la otra se apretaba a mi rodilla. – Y no me digas Miles.
Nick puso su mano en mi rodilla, quitó mi mano que debía estar a punto de congelarse.
Sus manos, fuertes pero delicadas refugiaron la mía dándome confianza, y cuando sus dedos se entrelazaron con los míos, deje de estar nerviosa por las razones de antes, ahora, era por el.
Cuando seguíamos subiendo Nick me dijo:
-Cierra los ojos.
- Nick.
-Confía en mí, estoy acá, cierra los ojos.
Aun sigo sin entender como mi cuerpo seguía sus órdenes tan descaradamente.
Cerré los ojos y me concentré en la calidez que le daba su mano a la mía, en la sensación del viento en mi cabello, en mi rostro y en el resto de mi piel, en como todos los sonidos se escuchaban mas y mas lejos. La perfecta voz de Nick me trajo a la tierra de nuevo.
-Puedes abrirlos.
Ni siquiera supe en que momento nos detuvimos, al principio estuve a punto de sufrir un ataque nervioso pero Nick apretó más mi mano y me susurro al oído.
-Relájate.
En ese momento me concentre en todo lo demás, Estábamos a decenas de metros del suelo y todo te dejaba sin respiración, el mar estaba del azul mas oscuro, el cielo lleno de principio a fin por estrellas diminutas, la luna brillando en todo su esplendor.
A lo lejos, las luces de las casas se veían diminutas. Todo dándole un toque mas especial a este momento, voltee mi mirada para agradecerle a Nick haberme traido aquí y quede aun mas shockeada.
Estaba tan cerca que me tomo por sorpresa, pude detallar claramente los lunares que decoraban hermosamente su rostro.
Su mirada estaba perdida en la mía, y de pronto la urgencia de acortar la distancia que nos separaban me tomaron desprevenida.
De pronto, las luces de toda la feria se apagaron y las personas que estaban en la rueda ahogaron un grito.
Pasamos el resto del día en la playa, mi mal humor se esfumó en cuanto conocimos a Kevin, el prometido de Bella, el chico era una de las personas más carismáticas y amables que pude haber conocido en mi vida. Su hermano Joe, también estuvo con nosotras. Nos contó que su deseo era ser músico, pero no sabía si creerle porque todo lo que decía lo hacía con una carcajada en la garganta. Era tan divertido ese chico.
El día siguió sin incidentes que empeoraran mi humor recientemente mejorado.
Después de cenar, Monique y yo nos quedamos en el columpio que estaba en el patio trasero a hablar antes de dormir.
-Hermana – Dijo algo temerosa.
-Si?
-Si te digo algo, Me crees?
-Hmm. Por que no?
-Me Gusta Joe.
-Que Joe?
-Joe.
-Que Joe?
-Joe, El hermano de Kevin.
-Monique! Apenas lo conociste.
-Lo sé, pero es que algo tiene su sonrisa… no sé, me gusta.
-Y que haras al respecto?
-Nada. Dejare que las cosas se den por su propio rumbo.
-Ahmm. Suerte con eso pequeña.
Después de hablar un rato más sobre Joe nos fuimos a la cama.
De nuevo me desperté con una luz cegadora en la cara y me di vuelta mientras maldecía igual que la mañana anterior.
Mi verano se estaba tornando rutinario y tenía que encontrar algo que hacer.
En la mañana ayudamos a la abuela con el jardín y luego con el almuerzo, Kevin pasó en la tarde para invitarnos a la feria esta noche y las tres aceptamos, Monique y Bella por motivos románticos, yo, por pura amabilidad y agradecimiento.
La noche estaba perfecta, mucho más hermosa que las anteriores. Las estrellas brillaban en lo alto del cielo y la luna casi llena se imponía ante nosotros.
El muelle estaba lleno de gente. Familias enteras disfrutando de la feria, parejas compartiendo un momento intimo entre la multitud, y amigos derrochando su dinero por diversión.
El ambiente estaba inundado de alegría, las risas y los gritos aturdían, pero como dije, todo era perfecto.
En la entrada del muelle pude ver a Joe y a Kevin acompañados por otro chico, no logre reconocerlo ya que estaba de espaldas pero un segundo después, quise irme corriendo de ese lugar.
-Hola chicas -Dijo Kevin. Nos saludo a cada una, dejando a Bella para el final, y apretándola en un fuerte abrazo y un caluroso beso.
Joe fue un tanto más tímido, algo raro en él, pero aun así, su mirada era tan intensa que hasta Monique se dio cuenta de su interés hacia ella.
Kevin Interrumpió su escena romántica con Bella para hablar.
-Chicas, el es nuestro hermano, Nick.
El chico que había notado antes pero que por un momento se había vuelto invisible, se acerco un poco más hacia nosotras.
Las luces de los Juegos mecánicos iluminaban su rostro, su cabello, su cuello, su espalda, sus piernas.
Dejé de observarlo de esa manera tan inapropiada y me concentré en sus rasgos, perfectamente delineados, Sus ojos cafés brillando en la luz y mirándome fijamente, su nariz perfilada, sus labios carnosos enmarcaron una sonrisa, una sonrisa peligrosa que me dejó sin aliento. Pero el cabello rizado fue lo que me recordó donde lo había visto antes.
-Tienes que estar bromeando!
-Creo que ya me recordó - Dijo Nick, y al escuchar su voz sentí algo extraño en el estomago.
Nick se rió despreocupadamente, su risa era tan masculina, pero a la vez tan verdadera, tan natural, tan contagiosa.
Me miró de nuevo, su mirada era tan penetrante que a pesar de estar de espaldas podía sentirla, me voltee en su dirección como si el me estuviese hablando telepáticamente, al enfrentar su mirada, me sonrió de nuevo, no soportaba su sonrisa, esa sonrisa podría convencer a alguien de saltar de un precipicio.
-Te vas a perder la diversión por un simple accidente? -Dijo el un tanto altanero.
Para cuando voltee los chicos habían tomado su camino.
Monique y Joe estaban quien sabe donde, mientras Bella y Kevin iban por comida rápida.
Fantástico, que se supone que iba a hacer yo con Nick?
Esperé unos segundos mientras escuchaba las risas de la gente hasta que me harté y caminé en dirección contraria a Nick.
-Por que te vas?
-No estoy divirtiéndome.
-Ni siquiera lo estas intentando.
-No tengo con quien divertirme.
-Repito, no lo estas intentando.
-Me voy a casa.
-Te perderás.
-No lo hare.
-Sabes llegar?
-En teoría.
-Es tarde, no vayas sola. -Esta vez su voz no era provocándome, pude ver que se preocupaba de verdad.
-Entonces voy a los juegos -Dando vuelta y dirigiéndome de nuevo a la feria. Nick caminaba detrás de mí, y en vez de molestarme, sonreí tontamente, pero por supuesto tenía que seguir con este juego.
-Es tu trabajo seguirme?
-No, como ciudadano de Charleston, Carolina del Norte tengo el deber de enseñar las cosas buenas de mi estado.
-Ahhhh.
-Ven, quiero mostrarte algo.
Nick caminó confiado entre la multitud, con cuidado de no perderme de vista mientras pasábamos entre la gente.
Se detuvo al frente de la gigantesca rueda de la fortuna y entrego dos tickets.
-Vienes?
Yo estaba petrificada, mi miedo a las alturas no me dejaba ni siquiera pensar.
-Oh, adelante, yo.. Yo estoy bien.
- Oh no, vamos Miley, sin ti no voy a subir.
-Pero...
-Por favor?
Me sonrió de nuevo, y me ofreció su mano (Por segunda vez, aunque las circunstancias fueran muy diferentes).
Nick abrió la pequeña puerta del asiento, me ayudó a pasar, y aún sosteniendo mi mano entró él.
La rueda aun no se movía, Nick quitó su mano y se apresuró a bajar de la rueda.
- Nick! -No pude decir nada más, el pánico me atacó.
-Espérame, no tardo.
Estaba tan asustada por una estúpida rueda de la fortuna que estaba a punto de llorar, traté de pensar en otra cosa. Seguí a Nick con la mirada hasta que lo conseguí … en el lugar donde estaba el chico que operaba esta cosa.
Después de decirle algunas palabras al chico, Nick corrió hacia donde yo seguía aterrada y se sentó a mi lado.
La rueda dio una sacudida y comenzó a subir, cerré los ojos y tomé un largo respiro, Nick soltó otra risotada, lo miré con odio y me sonrió tiernamente.
-Relájate, Miles.
-No puedo. -Una mano estaba aferrada a una de las barandillas mientras que la otra se apretaba a mi rodilla. – Y no me digas Miles.
Nick puso su mano en mi rodilla, quitó mi mano que debía estar a punto de congelarse.
Sus manos, fuertes pero delicadas refugiaron la mía dándome confianza, y cuando sus dedos se entrelazaron con los míos, deje de estar nerviosa por las razones de antes, ahora, era por el.
Cuando seguíamos subiendo Nick me dijo:
-Cierra los ojos.
- Nick.
-Confía en mí, estoy acá, cierra los ojos.
Aun sigo sin entender como mi cuerpo seguía sus órdenes tan descaradamente.
Cerré los ojos y me concentré en la calidez que le daba su mano a la mía, en la sensación del viento en mi cabello, en mi rostro y en el resto de mi piel, en como todos los sonidos se escuchaban mas y mas lejos. La perfecta voz de Nick me trajo a la tierra de nuevo.
-Puedes abrirlos.
Ni siquiera supe en que momento nos detuvimos, al principio estuve a punto de sufrir un ataque nervioso pero Nick apretó más mi mano y me susurro al oído.
-Relájate.
En ese momento me concentre en todo lo demás, Estábamos a decenas de metros del suelo y todo te dejaba sin respiración, el mar estaba del azul mas oscuro, el cielo lleno de principio a fin por estrellas diminutas, la luna brillando en todo su esplendor.
A lo lejos, las luces de las casas se veían diminutas. Todo dándole un toque mas especial a este momento, voltee mi mirada para agradecerle a Nick haberme traido aquí y quede aun mas shockeada.
Estaba tan cerca que me tomo por sorpresa, pude detallar claramente los lunares que decoraban hermosamente su rostro.
Su mirada estaba perdida en la mía, y de pronto la urgencia de acortar la distancia que nos separaban me tomaron desprevenida.
De pronto, las luces de toda la feria se apagaron y las personas que estaban en la rueda ahogaron un grito.
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