Aún faltaba una semana para irme a Charleston, pero mi mente se empeñaba en mostrarme imágenes que solo se podían catalogar como un adiós. Fue lo único en lo podía pensar mientras íbamos camino a casa.
Uno que convertiría mi corazón en 100 pedazos irregulares de materia vital.
Nick me apretó más hacia él y me besó en la frente. Sentí como si intentara darme ánimos, como si leyera lo que pasaba por mi mente.
Cuando llegamos a casa, la abuela quiso hablar conmigo a solas en su habitación.
-Miley, eres mi nieta mayor, estás cumpliendo 18 años.
-Abuela…
-Déjame hacer mi discurso. –Sonreí- Mi abuela también hizo esto conmigo cuando tenía tu edad, y tú lo harás con una de tus nietas. Así que, feliz cumpleaños tesoro.
Sacó un collar de una bolsa de terciopelo negro.
La fina cadena de oro servía para sostener el precioso y delicado diamante que colgaba de ella.
El diamante tenía forma de corazón, y se trazaban unas elegantes líneas grabadas como enredaderas el frente.
Levanté mi cabello para que ella lo pusiera en su lugar en mi cuello, y no pude contener las lagrimas cuando me tomó una mano y me dijo lo orgullosa que estaba de mi.
Mi cumpleaños había sido perfecto.
Pero cierta persona no iba a dejar de hacerlo más perfecto aún.
Subí a la habitación y cuando me acosté en la cama sentí un papel en la almohada.
Con cuidado abrí la hoja, doblada a la mitad y leí lo que decía:
“Es la primera vez que hago esto. Mis actos románticos eran prácticamente inexistentes hasta que tú llegaste a mi vida y me trajiste la mayor inspiración. Ese no es tu único regalo, te espera una sorpresa en el lugar de siempre”.
Al lado de mi almohada había una bola de cristal con un lazo rosa. La tomé delicadamente entre mis manos y la agité con cuidado. Las pequeñas bolitas de nieve revolotearon alrededor del carrusel que estaba en el medio. La base de la bola de cristal estaba llena de brillos rojos, dorados y blancos. Habían notas musicales y otras formas que adornaban el exterior. Enseguida lo supe… El carrusel, el carnaval, nuestro primer beso. Aunque en ese momento quisiera degollarlo.
No entendía porqué Nick no podía ser romántico antes sí ahora se parecía al mismo Romeo.
El había dicho que había otra sorpresa en el lugar de siempre. Así que casi a las carreras salí de la casa.
Uno que convertiría mi corazón en 100 pedazos irregulares de materia vital.
Nick me apretó más hacia él y me besó en la frente. Sentí como si intentara darme ánimos, como si leyera lo que pasaba por mi mente.
Cuando llegamos a casa, la abuela quiso hablar conmigo a solas en su habitación.
-Miley, eres mi nieta mayor, estás cumpliendo 18 años.
-Abuela…
-Déjame hacer mi discurso. –Sonreí- Mi abuela también hizo esto conmigo cuando tenía tu edad, y tú lo harás con una de tus nietas. Así que, feliz cumpleaños tesoro.
Sacó un collar de una bolsa de terciopelo negro.
La fina cadena de oro servía para sostener el precioso y delicado diamante que colgaba de ella.
El diamante tenía forma de corazón, y se trazaban unas elegantes líneas grabadas como enredaderas el frente.
Levanté mi cabello para que ella lo pusiera en su lugar en mi cuello, y no pude contener las lagrimas cuando me tomó una mano y me dijo lo orgullosa que estaba de mi.
Mi cumpleaños había sido perfecto.
Pero cierta persona no iba a dejar de hacerlo más perfecto aún.
Subí a la habitación y cuando me acosté en la cama sentí un papel en la almohada.
Con cuidado abrí la hoja, doblada a la mitad y leí lo que decía:
“Es la primera vez que hago esto. Mis actos románticos eran prácticamente inexistentes hasta que tú llegaste a mi vida y me trajiste la mayor inspiración. Ese no es tu único regalo, te espera una sorpresa en el lugar de siempre”.
Al lado de mi almohada había una bola de cristal con un lazo rosa. La tomé delicadamente entre mis manos y la agité con cuidado. Las pequeñas bolitas de nieve revolotearon alrededor del carrusel que estaba en el medio. La base de la bola de cristal estaba llena de brillos rojos, dorados y blancos. Habían notas musicales y otras formas que adornaban el exterior. Enseguida lo supe… El carrusel, el carnaval, nuestro primer beso. Aunque en ese momento quisiera degollarlo.
No entendía porqué Nick no podía ser romántico antes sí ahora se parecía al mismo Romeo.
El había dicho que había otra sorpresa en el lugar de siempre. Así que casi a las carreras salí de la casa.
Caminé por la orilla de la playa mientras el murmullo del mar me acompañaba.
La noche estaba muy, muy oscura. Era extraño que la tormenta aún no hubiese llegado.
A lo lejos pude ver una luz.
Pero no era una luz. Eran decenas de ellas.
Todas estaban perfectamente alineadas formando un corazón.
Sonreí ante la idea de Nick planeando y haciendo todo esto.
El apareció de la oscuridad con una última vela que sopló antes de desearme feliz cumpleaños de nuevo.
La alegría no cabía en mi corazón. Era el mejor cumpleaños de los 18 que había celebrado y todo gracias a él.
Me acerque a él y lo abracé fuertemente, intentando refugiarme dentro de él para así no tener que separarnos nunca más.
Con un dedo levantó mi mentón solo para observarme, y cuando mis ojos se cristalizaron me susurró un “te amo”.
Me besó tiernamente, o al menos esa era la idea. Pero el momento era tan intenso que todo cambió en un segundo. Sentí una oleada de calor, eso era todo lo que Nick me proporcionaba, era como un fuego que estaba a punto de consumirme por completo, pero que era tan cálido que solo me aferraba a el.
Sus besos eran como el vino para un alcohólico en rehabilitación. Demasiado tentador, demasiado peligroso.
En ese momento perdí la cabeza.
-Vamos a otro sitio.
-Estás segura? –Preguntó el con apenas un hilo de voz-
-Más que segura.
El sonrió y me llevó de la mano hasta el bote, remó hasta el faro… Nuestro faro, nuestro escondite.
Y hasta el último nervio de mi cuerpo reaccionó cuando abrió la puerta de la habitación y me besó como si no existiera un mañana...
Todas estaban perfectamente alineadas formando un corazón.
Sonreí ante la idea de Nick planeando y haciendo todo esto.
El apareció de la oscuridad con una última vela que sopló antes de desearme feliz cumpleaños de nuevo.
La alegría no cabía en mi corazón. Era el mejor cumpleaños de los 18 que había celebrado y todo gracias a él.
Me acerque a él y lo abracé fuertemente, intentando refugiarme dentro de él para así no tener que separarnos nunca más.
Con un dedo levantó mi mentón solo para observarme, y cuando mis ojos se cristalizaron me susurró un “te amo”.
Me besó tiernamente, o al menos esa era la idea. Pero el momento era tan intenso que todo cambió en un segundo. Sentí una oleada de calor, eso era todo lo que Nick me proporcionaba, era como un fuego que estaba a punto de consumirme por completo, pero que era tan cálido que solo me aferraba a el.
Sus besos eran como el vino para un alcohólico en rehabilitación. Demasiado tentador, demasiado peligroso.
En ese momento perdí la cabeza.
-Vamos a otro sitio.
-Estás segura? –Preguntó el con apenas un hilo de voz-
-Más que segura.
El sonrió y me llevó de la mano hasta el bote, remó hasta el faro… Nuestro faro, nuestro escondite.
Y hasta el último nervio de mi cuerpo reaccionó cuando abrió la puerta de la habitación y me besó como si no existiera un mañana...
Estaba medio dormida. Abrí los ojos y me conseguí con un ángel caído del cielo. Sólo que este ángel estaba medio desnudo frente a mí, donde sólo lo cubría la misma sábana blanca que también me cubría a mí...
No sabía si estaba dormido, pero teníamos que irnos, se escuchaban truenos, y no quería quedar atrapada en una tormenta.
Con mis labios delinee su pecho desnudo, luego su cuello, su barbilla y terminé en sus labios.
-Tenemos que irnos –Susurré apenas-
El se dió la vuelta y esta vez quedó totalmente encima de mi. Sus manos sostenían mi cara como si fuese cristal.
Mientras sus ojos estudiaban mi expresión.
-No quiero irme- Me dijo apenas-
-Tampoco yo, pero va a comenzar la tormenta-
Con un beso rápido, y antes de que pudiera seducirme de nuevo y llevarme a hacerlo mío una vez mas, me aleje de el y comencé a vestirme.
Nos dio tiempo de llegar a la orilla, pero apenas tuvimos tiempo de dejar el bote cuando comenzó a llover a cantaros.
-Noooo!!! Y ahora queeeeeé?!?! –Pregunté a gritos ya que la lluvia sonaba muy fuerte-
-A correr!
-Espera, antes quiero hacer algo.
Me lancé hacia Nick y lo besé con la misma pasión de hace algunas horas.
Tenia que disfrutar de nuestro último momento solos por esta noche. Haber amanecido junto a él, solo me había llevado a desearlo de una manera más dolorosa… Ahora el final iba a ser mucho más difícil. Pero juro no arrepentirme de haber disfrutado el mejor momento de mi vida, de haberle entregado lo más valioso que tenía al hombre que amo.
El sonrió después de besarme y corrimos hacia la casa.
Las luces estaban encendidas a pesar de ser mas de las 12am
Le di un beso rápido, pero lleno de ansias de más, y corrí hacia la puerta.
Cuando volteé él ya no estaba.
Abrí la puerta y me llevé con una Gran Sorpresa...
Mamá y papá habían vuelto de Europa.
Papá me miraba con recelo, pero mamá... con desaprobación.
Se lo que veía, veía mi sonrisa, veía el brillo de mis ojos, veía mi cabello empapado y mi ropa chapoteando, y sobre todo ... vio el beso que Nick y yo compartimos hace menos de un minuto.
No dije nada.
Su regreso solo significaba algo.
Mañana volveríamos a Charleston.
Muy buena! me encantaa!! :)
ResponderEliminarOMG!! stuvo hermosooo!! (pásate x mi blog, haha)
ResponderEliminarspero qe Mileyz no se vaya asii x asii!! xfaa! síguelaa lo más pronto qe puedaaas!!!
me encanta!!!
ResponderEliminarawwww.... no quiero q se separen
ResponderEliminaresta reee linda ...
y romantica siguela
que hermosaaaaaaaa!!!*-*
ResponderEliminarOMGGGGGGGGGGG Q NO SE SEPAREN BUBU APARENTEMENE, LOS PADRES NO APROBARAN ESA RELACION, MMMM PERO ESO ES AMOR VERDADERO, NADA NI NADIE, NI EL TIEMPO NI LA DISTANCIA ACABARAN CON SU AMOR
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